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El cine no se ha dejado morir en manos del Covid

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Foto tomada de banco de imágenes

Escrito por: Renata Puga, Doménica Salvador y Carolina Rodríguez

Las luces se apagaron, las cámaras se guardaron y los actores se fueron a sus casas. La pandemia Covid-19 ha afectado a todo el mundo y el sector cultural no fue la excepción. Ahora ese eslabón de la sociedad, que ya venía debilitado, se está desquebrajando poco a poco.  Desde el 12 de marzo el país entró en cuarentena y la paralización de actividades le están pasando factura a todos. El precio a pagar es alto, sobre todo para aquellos que sustentaban su vida por medio de la interacción humana, aquellos que viven del arte. 

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Según el registro único de artistas en Ecuador (RUAC) y los análisis del Ministerio de Cultura y Patrimonio, el 20% del sector cultural se encuentra en condiciones de vulnerabilidad frente a la crisis. Cabe destacar que estas cifras son de quiénes sus ingresos se han visto afectados durante la pandemia. El ministro de Cultura y Patrimonio, Juan Fernando Velasco señaló, en una entrevista para diario El Comercio, que aproximadamente 140 000 personas en el sector del arte se verán afectadas y que por el momento 100 000 no pueden ejercer. 

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Mariana Andrade directora del mítico cine de La Floresta, Ocho y Medio y gestora cultural de amplia trayectoria, señala que la crisis de la cultura en Ecuador tiene un bagaje de años: “No es nuevo que estemos en crisis, pero ahora hacemos una radiografía de lo mal que estamos y la situación es realmente preocupante.” 

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El cine ecuatoriano está peleando con uñas y dientes para sanarse de la apuñalada que le dio el Covid; cine, foros virtuales, festivales, estrenos de productos cinematográficos online, y la creación de plataformas virtuales para consumir cine; son varios de los caminos que esta industria se ha visto obligada a tomar para no dejarse morir.  En Ecuador como en el resto del mundo, la economía es un pilar fundamental en la sociedad y muchas veces el arte no da tantos frutos económicos como otros sectores. Es por esto que se lo desvaloriza poniéndolo como un elemento que solo se debe utilizar para el ocio.  

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El séptimo arte nace entre las adversidades

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Pero no todo es oscuridad en esta época. El arte siempre ha sabido surgir en la adversidad, se reinventa mientras la sociedad cambia. Ahora con la crisis del covid-19 las salas de cine se vieron obligadas a cerrar sus puertas y nace una nueva era: el streaming. Así lo ve Camilo Luzuriága, escritor, productor y director de cine ecuatoriano quien ha expresado un entusiasmo sobrecogedor por el proceso de crecimiento y evolución que está atravesando este sector durante el primer “Indiálogo” del Instituto Superior Tecnológico de Cine y Actuación (INCINE). De hecho, no es el único que piensa así, hay artistas que usaron esta adversidad para crear y aprender.

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“Cuando hay una crisis económica las artes son las que más se ven afectadas porque muchas veces se las deja en segundo plano, ya que no se las considera de vital importancia. Pero en este tiempo de pandemia se ha evidenciado que el arte ha sido un camino de escape para muchos.”

- Paula Espinoza, cineasta ecuatoriana

Si bien es cierto que el problema del Covid obligó a muchos proyectos cinematográficos se cancelen o pospongan por falta de presupuesto e incluso que las posibilidades de obtener un respaldo económico hayan disminuido para los cineastas, varias producciones independientes han surgido para demostrar que el dinero no maneja a la industria, sino la pasión que el artista le ponga a ese producto audiovisual. Este es el caso de Paula Espinoza quien dirigió un documental en pleno semáforo rojo en Ecuador. Karanakuy fue un proyecto autofinanciado que costó alrededor de $500 y retrata el trabajo de la fundación “Inti Daquilema” en la provincia de Chimborazo.

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Para ella, no fue fácil tomar un riesgo como este: “Mi miedo más grande fue regresar a casa con algún contagio para mi familia y el exponer a mi equipo. Intenté tomar todas las precauciones posibles para que la producción pueda tener un enfoque claro y a pesar de todo el riesgo valió la pena porque me dejó un gran aprendizaje y fue lindo por un tiempo alejarse de todo el revuelo que el Covid causó”. 

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La pandemia ha servido como un método de inspiración para que la gente se exprese y gracias a la tecnología han nacido varios productos cinematográficos que se han podido difundir con facilidad entre las plataformas digitales, las cuales han sido un gran apoyo para las artistas. 

“Para mí el aprendizaje más grande es que no hay excusas para crear. No necesitas una mega producción, si tienes la convicción y el amor por hacer un proyecto tienes que hacerlo. Tenemos el poder de producir cosas increíblemente buenas con un teléfono.” 

-Paula Espinoza, cineasta ecuatoriana

Paula es parte de la nueva generación del cine esta nueva etapa que Camilo Luzuriága dice que se viene. Habrá nuevas formas de dirigir, de producir, de actuar, de difundir. 

“La nueva era llegó para quedarse, es una nueva oportunidad que tenemos todos yo lo veo así: un golazo para todos” explica Lile Gil, un actor en formación del INCINE, vivió este cambio cuando produjo un cortometraje durante la pandemia. La dirección, sonorización, iluminación y actuación se realizó desde casa, a través de una videollamada por zoom.

Si te preguntabas ¿cómo se graba en la pandemia? Ese es el proceso. Requiere una sincronía remota perfecta: “Nos convertimos en seres más completos ahora aprendemos más y lo hacemos en la práctica lo cual considero es un privilegio. Siento que para eso estamos en este mundo: para hacer nuevas cosas, somos una nueva generación, ahora si filmas en vertical no hay problema porque es un contenido dirigido para el celular. Ahora sabemos hacer de todo un poco e incluso la producción es mucho más barata”.  

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La difusión digital es lo nuevo, el streaming y la computadora o el SmartTV en conjunto con la cama del espectador o la sala de su casa son las nuevas salas de cine. Durante este tiempo nacieron varios proyectos de plataformas que divulgan contenido como: Choloflix, Zine.ec, la página oficial de los EDOC, el Kinescopio del Ochoymedio.

 

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Un festival que cobró vida desde casa

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En medio de una pandemia que restringe el contacto social y eventos culturales, el sector cinematográfico que se alimenta en gran parte de aplausos y teatros llenos, se ha visto en la necesidad de explorar alternativas fuera de lo convencional.  El festival de cortometrajes Quédate en casa es una de las tantas iniciativas que han surgido a partir de las circunstancias, como una vía para seguir difundiendo contenido audiovisual. Esteban Calispa y Nathalia Chacón son los fundadores de este encuentro online que tiene como propósito convertirse en un medio de difusión para todos los cineastas que no han parado de producir en la cuarentena y de paso, apoyar al movimiento #yomequedoencasa para evitar la propagación del virus. 

 

“¿Cómo se puede difundir ahora que estamos encerrados? ” Esteban explica que todo el proyecto nació a partir de esta incógnita con aproximadamente 54 cortometrajes publicados en la fanpage del festival. Quédate en casa se convirtió en una opción para que cineastas amateurs o simplemente amantes del cine puedan mostrar su trabajo a través de una plataforma que no exige el mismo número de requisitos que cualquier otro festival. Asimismo, el joven de 21 años, indica que la acogida del público fue muy buena ya que se recibieron producciones no sólo de Ecuador, sino de otros países como Colombia, Argentina, Italia, entre otros lugares. Para él fue una oportunidad para que la gente desempolve sus cámaras y cuente sus historias: “Claro que siempre hay comentarios de por qué los cortos son tan pesimistas, pero no se dan cuenta que talvez la gente trata de reflejar como se están sintiendo. Tú no puedes pedirle al cineasta que te endulce las cosas”

Es así como la temática de los cortometrajes mostró diferentes perspectivas de la situación actual, mientras algunos decidían representar sus vivencias de la pandemia con tristeza otros lo hicieron desde la comedia usando animaciones el stop-motion y otras técnicas.  

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Y aunque ciertamente muchas filmaciones se truncaron y en el caso de Esteban sus planes cambiaron radicalmente cuando el teatro donde trabajaba se cerró, él reconoce que uno de los factores positivos que ha traído el aislamiento social es la creatividad de los cineastas al momento de difundir sus productos, al igual que su versatilidad: “No es bueno encerrarse en una burbuja, todos quienes trabajamos en el medio audiovisual debemos aprender de los demás sin importar si son expertos o novatos entre comillas, porque así nos volvemos más receptivos”.  

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Quédate en casa terminó su primera edición con tres ganadores: Fernando Paspuel en primer lugar con Sin esperanza, a continuación, José Rodríguez con Atemporal y el tercer premio fue para Temores de Cinthia Vargas. Los parámetros de calificación se basaron en la estructuración de la historia, fotografía, guión, pero sobre todo en el respeto hacia el trabajo de todos los directores de los cortometrajes, indica Calispa.  Por otro lado, a pesar de que todavía no es segura una segunda edición, la intención no se pierde con el concurso Cortos, cortitos que reta a los cineastas a relatar una historia en solo un minuto. Sin duda, este es un festival “para darnos la mano entre todos”.  

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Al escuchar a Paula Espinoza, Lile Gil, a Esteban Calispa, Camilo Luzuriága y otros artistas, las cosas se pusieron cuesta arriba para el sector, pero el arte puede contra todo eso. Tal vez las luces se apagaron pero se cambiaron por LEDS, las cámaras se guardaron pero ahora se graba incluso con los celulares y puede que  los actores se fueron a sus casas pero a seguir trabajando. 

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